TALLER DE MUSEOS COMUNITARIOS
"Hemos tenido que ser autodidactas, yo no soy antropólogo, ni sociólogo, pero me interesó mucho conocer mis raíces"
"Las piezas se rescataron gracias a los abuelitos que las tenían"
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Luis Guzmán, creador del Museo Comunitario El Hijo del Lago en Janitzio Michoacán, e Ireri Huacuz, Jefa del Museo del Estado de Michoacán compartieron su experiencia en esta área de trabajo con el Colectivo Ayotli quien trabaja en crear un museo comunitario en Santa Catarina Ayotzingo
Por Karen Zúñiga
José Luis Guzmán es originario de la Isla de Janitzio, una de las cinco islas ubicadas en el Lago de Pátzcuaro en Michoacán. Su lengua materna es el purépecha. La isla cuenta con aproximadamente 2500 habitantes. La pesca en el lago era su actividad primigenia para sobrevivir, pero la contaminación, extinción de las especies y el turismo tomó su lugar.
Convirtiéndose en una zona turística, sus visitantes crecieron exponencialmente a lo largo del tiempo. Lo que más llama la atención a los turistas son las canoas, y el monumento a José María Morelos, construido durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas.
José Luis Guzmán, administrador de empresas y habitante emprendedor de Janitzio se dio cuenta de las pérdidas culturales que el turismo y la modernidad han ocasionado, y decide trabajar un proyecto completamente distinto a sus conocimientos. Con el apoyo de su hermana Alba, crea el museo comunitario “El Hijo del Lago” con el fin de conservar todo lo que su pueblo representa. A continuación presentamos parte del diálogo que José Luis Guzmán e Ireri Huacuz tuvieron con los participantes en el taller.
Las piezas han sido donadas por los mismos miembros de la comunidad.
Guarda una colección de platos tradicionales de barro que se usaban en el restaurante.
También hay una amplia colección de piezas de barro.
Las piezas han sido donadas por los mismos miembros de la comunidad.
PT: ¿Cómo se les ocurrió la idea del proyecto y quiénes participaron?
LG: Estamos hablando que comenzamos en 2006 - 2007, hace doce años.
Crecí en una familia en donde me tocó la bonanza de la visita del turismo a Janitzio, nosotros teníamos un restaurante, y la lógica de mi papá era hacer dinero. Muchas generaciones crecimos viendo el turismo, y decíamos que nunca se iba a terminar, a eso nos íbamos a dedicar todos. Pero este museo nace porque el espacio iba a estar abandonado, era el restaurante de mis papás. Y una hermana, que se llama Alba me lo propuso. Yo empecé a identificar que mucha gente que llegaba a la isla no sabía que estaba en una comunidad indígena, y entonces decíamos, necesitamos decirles dónde están y que nos valoren, esa fue la primera idea.
PT: ¿Cómo pensaban lograr en ese entonces que los conocieran?
LG: Hemos tenido que ser autodidactas, yo no soy antropólogo, ni sociólogo; mi información, es totalmente ajena, pero me interesó mucho conocer mis raíces. Queríamos difundir la forma de vida, cómo es la organización social, cómo es nuestra indumentaria, qué utensilios utilizamos para nuestra vida y otros saberes desde tiempo antiguos.
Nosotros lo hemos hecho a nuestro entender. A veces con mis ideas, decía, yo no quiero un museo convencional como los que se hacen institucionalmente; quiero contar la historia desde la visión de los vencidos. La visión hasta antropológica de cómo acomodar los museos, ya es un esquema estructurado, occidental; y yo me aferré a esa idea. Durante todos estos años el museo ha estado abierto, mi hermana se llama Sandra, ha sido una mujer que le ha dado continuidad.
"Pensaba que iba a llegar mucha gente rápido por todo el turismo, pero los primeros meses estuvimos solos"
El proyecto del Colectivo Ayotli es crear el museo comunitario de Ayotzingo en la antigua delegación.
PT: Las piezas con las que cuenta el museo, ¿cómo las consiguieron?
LG: Se rescataron, gracias a las familias que las resguardaron; a través de los abuelitos que las tenían y nos las dieron cuando empezaron a darse cuenta de lo que estábamos armando.
Como parte del taller, se hizo un recorrido para ver las posibilidades que el edificio de la delegación ofrece como museo.
PT: Como en todo museo, debe haber algunas exposiciones que destaquen más que otras. ¿Qué es lo que más le llama la atención a la gente que los visita?
LG: La chucupa, que en purépecha, quiere decir la ropa o indumentaria. Mucha gente piensa que la indumentaria indígena es la misma que la de hace 500 años; pero la indumentaria, como todas las culturas no es estática, evoluciona al ritmo de las fiestas. Ese es un ejemplo. Las artes de pesca es otro; era la elaboración de redes de algodón, parte de lo que hacían los abuelos, y de su forma de ver el mundo. Pero, el más importante es la canoa, es nuestra pieza estrella.
PT: De otras experiencias como esta, ¿hubo alguna que no fuera tan agradable durante el desarrollo del museo?
LG: Pues el museo es un espacio donde llega todo tipo de gente, intelectuales, gente que sabe y no sabe; si uno pone una información errónea te hacen trizas, pero hay gente que también va con buena disposición y te orienta, por eso tengo más apertura ahora. Hay elementos interesantes que debo de tomar y adaptarlos. El museo, antes, se estancó y no supimos qué hacer con las piezas. No sabía que el hacer un museo involucraba darle mantenimiento, que necesitaba cierta temperatura o un tipo de luz para las piezas. Empezaba a ver que la ropa se empezaba a despintar o salía polilla de la madera. Además, pensaba que iba a llegar mucha gente rápido por todo el turismo, pero los primeros meses estuvimos solos.
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Tenía que anunciar afuera para que pasaran a conocer el museo. Con los turistas extranjeros pensaba que ellos sí apreciarían la cultura, pero nunca tenían tiempo porque se les iba la lancha después de una hora. Pero, pues si yo había creado el museo, lo iba a sacar adelante y me fui a las escuelas de mi comunidad a invitar a los maestros con sus alumnos. Fueron dos o tres veces y no regresaron.
Había empezado cobrando tres pesos para pagar los servicios y se les hacía mucho. Empecé a decepcionarme, tenía que vender chacharitas afuera y dejar la entrada gratis, pero así tampoco funcionó. Nunca pensé en que a la gente no le gusta leer, no les importaba conocer mi cultura, y eso me pegó fuerte.
PT: A pesar de todo, el museo salió adelante, por lo que debe haber fortalezas que ganaron también, ¿cuáles adquirieron?
LG: Una fortaleza es que contamos con un espacio y somos miembros de la comunidad que traen la idea desde adentro, no es alguien externo. También, creas vínculos institucionales y con otras comunidades: fortaleces y revaloras los conocimientos de tu propia cultura, te enriqueces, es una gran oportunidad. Lo malo es que no tenemos recursos para los museos comunitarios. Parece que hace falta una red donde emprendamos una idea de una política pública para que nos apoyen. Necesitamos unirnos porque de los pocos museos que hay, cada quien está haciendo sus propios esfuerzos.
PT: Por último, ¿qué aprendizaje te ha dejado el hecho de tener un museo?
LG: Quiero ser muy honesto, ha habido momentos en el que yo he querido cerrar y meter un pollo loco, un oxxo o cualquier otra cosa; pero por otro lado, también, la idea de que este museo siga perdurando es porque está la historia de mis abuelos, y siento que eso es más trascendente. Lo otro ya me lo gano con mi trabajo. Esta labor es por mi comunidad.
Estoy convencido de lo que siento, aunque tuvieron que pasar muchos años para que yo llegara a esa madurez de ideas, y de saber cuál será el destino del museo. A mí me jala la historia, la herencia cultural, el origen de la isla, y yo sé que esto a futuro va a ser recompensado. El museo está ahí, pero hay mucho que trabajar todavía, esto es apenas una experiencia.
Al menos, sé ahora que tiene que haber un guía museográfico, un tema en específico, imagen y diseño. También tengo más apertura a otras ideas y bajo eso, encaucemos el museo, porque no podemos mostrar todo, aunque quisiera, pero es mucho. Necesito enfocarme a lo que quiero mostrar.
Hoy veo que el rumbo que le vamos a dar a este museo va a ser el de un museo de la canoa. Con todos los antecedentes, con toda la historia que hay detrás tenemos las bases sólidas para pensar en un museo de la canoa. Partiendo de que en México no hay uno, solamente en Europa, me motiva y me alienta porque sé que vamos a hacer algo interesante.
"Este museo no hablaba solo de lo bonito de Michoacán, sino de todo su contexto"
PT: Cuéntanos un poco sobre el origen del museo, ¿cuáles son las colecciones que alberga?
Ireri Huacuz de la comunidad de Santa Fe de la Laguna en el lago de Pátzcuaro, es promotora y gestora cultural. Actualmente labora en el Museo del Estado de Michoacán, y como José Luis, lucha por conservar la cultura de su comunidad.
IH: Este museo, fue fundado en el año de 1986, en el gobierno del hijo del general Lázaro Cárdenas, Cuauhtémoc Cárdenas. Tiene colecciones de arqueología, historia, y etnología; tenemos más de 200 monolitos, aparte de algunas piezas de cerámica, piezas de metalistería y de concha, de diferentes periodos.
Desde al año 2,000 al 200 A.C. todas esas piezas representan a los primeros agricultores en Michoacán. Cuando fue el señorío del imperio purépecha, era un discurso muy cronológico el que teníamos.
Muchas de las colecciones llegaron al museo por parte de coleccionistas como don Manuel Torres Serranía. Él no era arqueólogo pero le encantaban estas piezas, unos dicen que era saqueador, otros que era coleccionista, pero él donó todo al gobierno del Estado.
PT: Con esta institución, ¿qué objetivos se plantearon?
IH: Los objetivos de este museo desde el principio fueron ser un medio de comunicación mediante un discurso estructurado, didáctico, que explicaba los procesos de integración territorial; la evolución histórica y cultural de Michoacán. Trataba también de proporcionar una visión global con sus contrastes y diferencias. No hablaba solo de lo bonito de Michoacán sino, de todo su contexto.
PT: ¿Qué impacto tuvo el museo para los ciudadanos y las comunidades?
IH: Tratamos de que vieran en el museo, su espacio dentro de la ciudad de Morelia, esto, para las comunidades. Creo que, después de 30 años, sí ha incidido un cambio en la percepción de la gente que vive en la ciudad. Se mostraba la riqueza cultural, no desde la visión de turistificarlo, sino más bien de concientizar a la ciudadanía.
Como la prioridad era que el museo fuera educativo, varias escuelas asistían y siguen asistiendo. Los profesores reforzaban algunas de las materias o los temas que estaban viendo en ese momento sobre historia y arqueología, y como complemento a eso, los llevaban al museo. Ahí se ha logrado desarrollar una metodología que es darles un recorrido y luego es hacer una manualidad. De esto se trata, un poco, un museo institucional.
JOSE LUIS GUZMÁN DE LA CRUZ
IRERI HUACUZ DIMAS
José Luis Guzmán de la Cruz, originario de Janitzio, e Ireri Huacuz Dimas, de Santa Fe de la Laguna, son promotores de la cultura purépecha de la que son portadores. A través del magisterio, los cargos en su comunidad y su desempeño en actividades culturales tienen como objetivo mantener vivas las tradiciones de sus ancestros.